lunes, 13 de abril de 2009

Pocos minutos

Cuan relajante es caminar a la mañana por esas calles que transitas casi siempre, con el vientito que te pega en la cara y el fresquete que te enfría los dedos. Seguís y seguís, sin prestar atención a todo aquello que te rodea porque claro, estas en tu mundo, en la realidad que te dibujaste desde niña, ese mundo fantástico al cual hacen alusión varios libros. Pero cuando caes en sí, te das cuenta que tu destino no es esa gruesa rama de bosque que siempre recordas, sino subir al colectivo. Ascendes, te sentas y quedas mirando por la ventana. "¿Por qué siempre la misma rutina?", te preguntas, "¿Por que no existe algo externo a mi que cambie esta cotidianeidad en la cual estoy inmersa?".
Llegas a tu destino, y observas la misma estación de tren de todos los días, pero con la diferencia de que HOY esta él ahí sentado, mirando hacia la nada, con la vista perdida. Lo ves, intrigada de lo que piensa en esa huida del mundo. De repente vuelve en si, y te cruza una mirada. Sonreís y él te sonríe. Todos estos sucesos transcurren en segundos y seguís caminando para al final perderlo de vista.
Nuevamente en el segundo colectivo del día, pensas en esa situación.
Te cruzaste con una persona que ni conocías pero que a la vez compartieron una serie de hechos que los unió por un corto periodo de tiempo. "Que espontáneo", pensas y bajas para al fin ingresar al edificio al cual te dirigías.

Cada persona con la que te cruzas todos los días marca algo en tu vida, en tu destino...porque si esos individuos no hubieran estado allí, tu destino seria diferente.
estático

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